Retour Comportamiento perturbador, objeto y prueba de la relación de cuidado
Cuando el comportamiento es un problema en la asistencia
Hoy en día, en muchos entornos asistenciales, la cuestión del «comportamiento» del paciente es problemática. Tanto en el ámbito de la infancia como en el de la geriatría o la psiquiatría de adultos, en las instituciones o en los centros ambulatorios, se utilizan categorías como «trastornos de la conducta», «agitación» o «comportamiento inadaptado». Estos términos se refieren a los momentos en los que la relación asistencial se ve socavada, cuando el orden de las interacciones entre pacientes y profesionales se ve alterado por gestos o palabras inesperadas y perturbadoras, formas de violencia o rechazo de la atención.
Estos comportamientos experimentados como problemáticos pueden surgir de diferentes maneras en la escena de la atención. A veces son una de las razones por las que las personas han sido remitidas a los profesionales sanitarios. En este caso, los comportamientos son disruptivos en otros contextos sociales (escuela, familia, lugar de trabajo, espacio público…) y los profesionales de la atención están llamados a responder. Los niños identificados por la escuela con «problemas de comportamiento» son un ejemplo. Las conductas disruptivas también pueden darse en las interacciones con los cuidadores en pacientes que están siendo tratados por otro problema y que son «oposicionistas», «agitados», «hetero o autoagresivos». A veces se presentan como un trastorno asociado a otras dificultades (cognitivas, sensoriales), como parte de una patología más amplia.
En estos diferentes contextos, los cuidadores se enfrentan a problemas específicos y difíciles. La gestión diaria de las crisis y los rechazos, que a veces lleva al uso de la coacción, puede poner en duda las prácticas de atención y la adecuación de los cuidados. Encontrar orientaciones y lugares para estos pacientes que no encajan en las cajas, interrumpen el trabajo o pueden «reventar» un grupo o un servicio es también una dificultad recurrente. Además, la calificación de estos comportamientos y su origen es en sí misma incierta y controvertida.Aunque el «trastorno del comportamiento» forma parte de las clasificaciones diagnósticas actuales, estas alteraciones también están muy influidas por el contexto. Los profesionales se preguntan hasta qué punto la tolerancia del entorno o la organización de las interacciones intervienen en la definición de un comportamiento como problemático, pero también hasta qué punto la atención es una respuesta social adecuada.
Recientemente, el tema de los trastornos de conducta ha ganado visibilidad en las políticas sociales y de salud pública. La Autoridad Nacional de Salud francesa ha publicado recomendaciones de buenas prácticas para el tratamiento de la hiperactividad. Las dificultades relacionadas con los trastornos de conducta «extremos» han llevado a la creación de centros de seguridad específicos cuando estas dificultades están asociadas a la enfermedad de Alzheimer o a trastornos cognitivos graves. La formación en gestión de situaciones de crisis y trastornos de conducta, muy demandada en el sector sanitario en los últimos años, sigue desarrollándose.